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Esta es mi estrecha relación con el folclore.Volviendo a la plástica, recuerdo que cuando era niño me gustaba pintar con la témpera sin diluir, empastando mucho. Eso es algo que no había visto en ningún lado porque no visitaba museos ni veía libros de arte en esa temprana época de mi vida. Eh reflexionado ahora de grande y son mis primeros indicios del gusto que siento por el impresionismo. En 1989, mis padres se separaron y nos mudamos a Tandil con mi madre y mi hermana. Ahí dejé de pintar, solo dibujaba. Parecía que la vocación estaba apagándose. Terminé mi secundaria y me fui a estudiar Leyes a Mar del Plata. Obviamente fracasé, solo hice el 1er año. Luego probé con Cs. Económicas, y otro fracaso, ambos agravados por la situación económica. En 1998 entré a trabajar en la administración pública con mucha frustración, pero necesitaba ayudar en mi casa. Ya pudiendo bancarme los estudios empiezo la carrera de Diseño Gráfico en un instituto de ARTE. El destino me cruzó con esto porque tenía que ser así. En los primeros talleres me di cuenta que era la vocación en mi vida. PINTAR. Me recibí de diseñador, pero ejerzo como artista! Eh hecho algunas ilustraciones, que es lo que más se acerca a la pintura. Me pude comprar una quinta en el faldeo de las sierras, en donde finalmente, y después de 13 años de arduo trabajo, y con mis propias manos, levanté mi casa. En el año 2010 un stress muy grave, me lleva a alejarme de mi trabajo y mi esposa Valeria Celeste para ayudarme y apoyarme, decide alquilar todo e irnos a vivir un tiempo a Villa Giardino (sierras chicas de Córdoba). Siempre fui gran admirador de Fernando Fader y sus paisajes impresionistas, así que salir a recorrer los caminos cordobeses me prometía gran inspiración. Solo recuerdo de estos días una búsqueda desesperada de lo que quería hacer. No me decidía todavía a dejar todo y ponerme a pintar. Una tarde linda, con solcito de invierno, salimos a caminar y cruzo un cartel que rezaba “Sala de Georg a 150 mts”. Por curiosidad fui. Era una edificación inmersa en un barrio boscoso. Al llegar me atiende el encargado y muy amablemente me invita a pasar. Estaba todo oscuro con la luz apagada. Cuando prendió los spots y se iluminaron las pinturas de Georg Miciú Nicolaevici (aún desconocido por mi) sentí la paz y el alivio que andaba buscando desde hacía muchos años. Son las obras de arte más hermosas que eh visto. Le pedí los datos al señor de la sala y me contó que Georg ya no vivía mas en Córdoba, desde hacia varios años residía en San Martin de los Andes, pero que en esos días estaría presentando en esa misma sala una muestra de su hijo Emaús, también excelente pintor impresionista. Le escribí un mail y me contesto Georg que cuando estuviera en Giardino me llamaría y hablaríamos. Efectivamente me llamó y lo fui a conocer. Dejó lo que estaba haciendo y nos quedamos charlando toda la tarde. Desde una gran humildad de persona me contó su historia, sus secretos, y nunca dejó de alentarme. Gran persona. Aún nos escribimos y le mando pinturas por mail, y él me hace una devolución con sus conocimientos en cada pintura, cual tutor. Recuerdo consejos tales como “Un artista persigue lo que siente, no lo que le apuntan…” y "dedícate a la pintura, tómala como un trabajo y deja que fluya".Este acontecimiento terminó de ahuyentar mis miedos y mis dudas.Me enseñó el color en su fuerza pura. El color es lo que al poema la palabra, métrica y rima. Una exaltación al hombre de campo y su caballo, y a las costumbres y quehaceres.No puedo dejar de lado la literatura, la novela costumbrista, el poema gauchesco y la poesía de Don Atahualpa Yupanqui como pilares de mi inspiración.Volví de Giardino ese mismo año, luego de 10 meses, con las cosas más claras y con la sensación de haber encontrado al niño pintor que perdió su carpeta en 1980.Fue como haberla encontrado.Al llegar a Tandil nuevamente pude construirme mi atelier al cual bauticé “Rancho Aparte”, y a comenzar de cero, pero con un objetivo planteado, una visión y un proyecto. "Arte Gaucho" es una compilación de pinturas que hice luego de haberme decidido dedicarme de forma exclusiva a la pintura. En estas obras hay sentimientos que fueron surgiendo en distintos viajes.Viajes que fueron parte de una intensa búsqueda interior que tenía que ver con la profesión soñada, postergada, pero finalmente asumida. En los colores hay un pedacito de cada rincón visitado, del centro de Argentina al noroeste, casi con la frontera del país hermano: Bolivia. Sus personajes son simples, cotidianos en el campo, o los pueblos de tierra adentro. Es una devolución de mi alma a todos los momentos que mi país y su gente me regalaron. No trabajo con ninguna galería de arte, ya que la vez que me lo propusieron intentaron bajarme línea. Me siento libre e independiente, es por eso que adónde voy, me pongo a pintar y exhibo mis trabajos y ahí surge alguna venta. Considero que mi arte es popular, cualquiera puede tener un cuadro mío. Mi lugar preferido es Jujuy, adonde voy una vez por año a pintar pleinair y me traigo una pila de fotos de lugares y de gente para pintar en mi atelier.

 

Juanito Martinez

Las dos influencias en mi pintura están en mis primeros recuerdos. La plástica desde niño, gracias a mi madre que siempre me estimuló comprándome témperas o acuarelas. Cuando tenía 5 años llevaba una carpeta con muchas pinturas, no recuerdo exactamente cuántas pero eran muchas, la mayoría escenas de campo, caballos, gauchos, con témperas sobre hojas canson nº 5. En ese entonces vivía en la ciudad de Azul (Prov. De Bs. As.). En el año 80 nos sorprendió una inundación muy grande, no nos dio tiempo a sacar las cosas, tuvimos que salir dejando todo, y lo que siempre lamenté mucho, fue que perdí mi carpeta.Nunca más volví a archivar mis dibujos o pinturas. En el colegio los regalaba siempre.El folclore llegó a mí reforzando mis vivencias de niño en el campo. Mi padre fue el responsable ya que el también se crió en el campo y arrastraba esas costumbres y gustos por lo campero. Cuando el tiempo que demandaba su trabajo se lo permitía, me llevaba al campo a pescar y a andar a caballo a lo de algún amigo. Cuando veía a esos gauchos montados en caballos enlazando terneros en una yerra, me volvía a casa con ganas de dibujarlos. Y encontraba en la música folclórica, la manera de revivir esas escenas. Aprendí a tocar la guitarra y alguna zambita o chacarera salía en las reuniones. Además me compré un charango en 2012 en un viaje que hice a Jujuy y cuando volví en enero del 2014 me traje un bombo legüero de un lutier de Purmamarca.

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